Algo de mí

Nací en León el año que murió Marilyn, pero a los cuatro años llegué a Madrid con mi familia en busca de un futuro. Por aprovechar el viaje me quedé más de medio siglo. Bueno, de buscar futuro se encargaban mis padres. Yo solo comía, y de qué manera, hacía mis necesidades fisiológicas y dormía como un ceporro, en opinión de mi madre que en gloria esté.

Crecí en una casa con taza de váter compartido para tres familias y, desde entonces, presumo con orgullo de mis orígenes arrabaleros. La heroína se llevó a mucho de los amigos con los que jugaba a las chapas y de ese entorno han surgido muchos de mis escritos.

Yo tuve más suerte. Tanta como para ser el primer universitario de la familia y hacerme periodista. Disfruté el oficio cuando todavía había télex, se fumaba y se bebía en las redacciones. Sí, soy un nostálgico de aquellos días y también se ha reflejado en más de una página de mis novelas, aunque ni aspiré ni me considero escritor. Me da un gran pudor compartir oficio con Dostoievski. Eso se lo dejo a Belén Esteban y otras celebridades literarias. En mi caso dejémoslo en juntaletras.

He vivido con dignidad del oficio durante más de 30 años hasta que quedé sin un trabajo estable. No me quejo. Desde entonces sobrevivo con peonadas y me dedico a la narrativa y al chascarrillo, por orden inverso. 

Continuará (espero)...

Mi Currito en la playa de Las Marinas (Vera), muy cerca de nuestra casa.

Mis novelas

Las miserias del héroe (2005)

Ignacio, apodado el Chule por sus amigos del barrio, vive en una zona paupérrima del Madrid de finales del franquismo. Su infancia transcurre entre las enseñanzas de un cura 'rojo' de la época, la lectura de los tebeos del Capitán Trueno y el enamoramiento de Rosaluz en la que ve a su particular Sigrid. 

Un día cualquiera (2006)

Paula, una mujer que vive sus últimos años en una residencia de ancianos, cree reconocer a su antiguo amor de juventud en un hombre que acaba de ingresar en el centro. La sorpresa le hace revivir su pasada relación, marcada por la pasión y el abandono, a la vez que repasa los añorados tiempos junto a su madre y su tata. Relato intimista tejido con hilos de nostalgia.

Fundido en negro (2009)

Marcos Torralba es una arquitecto de prestigio que lleva una vida envidiable: mujer atractiva, hijos sanos, buen sueldo, casa lujosa. Pero las claves de su existencia son otras que subyacen tras ese escaparate. Los bajos fondos, los vicios inconfesables, la sordidez que se esconde debajo de alfombras de diseño y las apariencias sin sentido.

Noche de lobas (2019)

Lucho, periodista de la vieja escuela, Orencio, concejal propenso a las corruptelas, y Jacinta, aspirante a 'starlette' del cinematógrafo que ve frustrados sus sueños bajo las farolas de un Madrid golfo y noctámbulo conforman este triángulo que sustenta la trama. Un microcosmos por el que transitan inadaptados, fracasados con trienios, amores imposibles, deseos y arrebatos al compás de una guitarra flamenca.

Gobierno yo y lo vamos viendo

Nada tiene que ver la ideología, o no debería, con el reconocimiento hacia el adversario político. Al César lo que es del César y a Alberto también. Esta estrategia, que uno se imagina informal en sintonía con la hilaridad implícita, del "a ver, Pedro, tú me dejas gobernar dos añitos, que se pasan volandiño, y después ya lo vamos viendo" no está al alcance de cualquiera. 

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El Mundo

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