SANIDAD

Elogio del fracaso

Manifestación por la sanidad pública.
photo_camera Manifestación por la sanidad pública.

14 de noviembre de 2022.- “El éxito barato es un caro fracaso”. Lo cantaba Manolo Tena y está por ver que así sea en determinados supuestos. De momento, a Ayuso y sus secuaces la fórmula les funciona. Brocha gorda, disparates por doquier, simplismos vergonzantes frente a complejidades sociales, exabrupto por bandera y, en suma, populismo low cost para alimento de sus hooligans. Esta por ver, decía, que estas baratijas políticas le alcancen de nuevo en las urnas. Dependerá que quienes se quedan en casa.

A un lado y a otro parece que el pescado está todo vendido. De nada sirve convencer más al convencido cuando, sea de un color o de otro, no se meten más papeletas en las urnas en función de la concienciación. Por ello resulta tan sorprendente, bueno, no tanto en este país, que se trate de disimular el éxito de la manifestación de ayer en Madrid.

Por esa regla de tres si a la concentración de Colón por una España Unida fueron menos de 50.000 personas, hay más de seis millones de madrileños que están a favor del separatismo

Los argumentos tendrían gracia si su patetismo no la difuminara. Ver a un tal Muñoz Abrines, uno de esos tipos que ya pedían en su carta de Reyes ser cargo público, tildar de fracaso el clamor ciudadano contra el deterioro de la sanidad pública procura un bochorno ajeno de niveles estratosféricos. Oír a Ayuso insistir en que se trataba de hordas de ultraizquierda y que, para considerarla un éxito, tendrían que haber acudido dos millones de personas, le deja a uno tan pasmado que, francamente, ya no sabe ni cómo reaccionar.

Por esa regla de tres si a la concentración de Colón por una España Unida fueron menos de 50.000 personas, hay más de seis millones de madrileños que están a favor del separatismo. Esto, que no parece complicado de entender, lo es cuando de lo que se trata es, no ya de hacer política, sino de insultar a la inteligencia de quienes incluso te han votado.

Solo ahí, en el arrepentimiento y, sobre todo, en mover el culo para ir al colegio electoral está la esperanza para que este periodo esperpéntico, en el peor sentido de la palabra, acabe.

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