CORRUPCIÓN

De golfos apandadores e hipocresías

Óscar Liria, ex vicepresidente de la Diputación de Almería, detenido por la Guardia Civil.
photo_camera Óscar Liria, ex vicepresidente de la Diputación de Almería, detenido por la Guardia Civil.

Hay que ser muy, pero que muy malnacido para forrarte a costa del dolor y la muerte de los demás. Sobre esta absoluta certeza no debería pender ningún factor cuantitativo o ideológico. Más tú, menos yo, ya sea al abrigo de un gobierno de izquierdas o de derechas. Dicho lo cual, el desahogo que gastan unos y otros no es, ni remotamente, comparable. Vivir lejos del centro geográfico, sinónimo en este país de meollo político, te procura una dosis de olvido para lo bueno y para lo malo.

Y fue en esta mi Almería donde, aunque se diga poco o nada, se registró el epicentro del repugnante choriceo a costa de la venta de esas mascarillas que podían salvar vidas y llenar bolsillos de indeseables. Nada menos que uno de los vicepresidentes del PP de la Diputación, un tal Óscar Liria que se pavoneaba por la provincia como si fuera una estrella del rock, fue detenido por la Guardia Civil en junio de 2021.

Un vicepresidente de Diputación, que no un machaca ascendido a asesor y luego premiado con regalías improcedentes. La responsabilidad de uno y otro no atenúa la vileza de estos golfos apandadores, pero sí sirve de termómetro para las posteriores reacciones políticas.

¿Cuál fue entonces la del PP? Presumir de que le habían quitado sus funciones como vicepresidente. Solo hubiera faltado que le hubieran ascendido ¿Dijo que Juanma Moreno era el cabecilla de la trama? Obviamente, no. Sería de tontos como lo sería, con estos dobles raseros, echar cuenta de estas funciones sobreactuadas de Cuca o Tellado por citar a los protagonistas dentro del elenco.

La otra protagonista, ¿y cuándo no?, es Ayuso. Hay que admitir que aquello de poner voz tuitera a Pecas, el perro de Aguirre, le quedaba corto para sus aptitudes

La otra protagonista, ¿y cuándo no?, es Ayuso. Hay que admitir que aquello de poner voz tuitera a Pecas, el perro de Aguirre, le quedaba corto para sus aptitudes, que ser presidenta le queda más que largo y que lo que le queda como un guante es el vodevil por no manchar el nombre del teatro.

Ese cambio de registro de la chulería más deleznable al victimismo más intenso no está al alcance de cualquiera. Ahora, por lo visto, su Alberto no solo es un ejemplo tributario, aunque él, qué va a saber, ya haya admitido sus golfadas, sino que le debemos 600.000 eurazos de no sabe qué ya que, resulta superfluo apuntarlo, las únicas pruebas que aporta Ayuso es su descomunal jeta.

De eso anda más que sobrada ¿Quién no se ha encontrado alguna vez en su garaje un Jaguar o un Maserati? Pues a Ana y a ella les pasa.  Ir en Maserati a tomarte unas cañas ¿Se puede pedir más? Luego que si sanidad, que si educación, que si residencias... No sabemos vivir

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